Transformar tus emociones

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Cuando buscamos la transformación, el cambio más importante que podemos hacer está dentro de nosotros. Pero para poder decidir qué queremos cambiar, primero debemos saber qué es lo que hay adentro, adentro de mí. Lo más profundo que nos rige a los seres humanos son nuestras emociones. Es así que en este paso buscamos identificarlas, observar qué causan en mí  y qué en los demás, y poder transformarlas en caso de que nos dañen.

Las emociones, desde su significado, nos remiten a nuestro motor interior, lo que nos mueve, lo que nos impulsa a la acción. De ahí que a cada momento experimentamos diferentes emociones. Algunas son muy placenteras, la alegría, el regocijo, la sorpresa… pero algunas otras no lo son. ¿Recuerdas la última vez que te enojaste? ¿Qué sentiste? Y aún más importante ¿qué hiciste? El enojo, como muchas otras emociones, nos lleva a estados de pérdida de control y como consecuencia nos traen siempre malestar personal y usualmente lastimamos a los demás. Cuando surgen estas emociones traen consigo conductas que difícilmente podemos manejar si no practicamos emociones y actitudes que sirvan como antídoto. ¿Recordaste el enojo?  Éste surge y las reacciones más comunes pueden ir desde gritar, insultar o hasta golpear a quien tenemos enfrente. Cuando la emoción se tranquiliza, solemos arrepentirnos de lo que dijimos o hicimos pues vemos que ha hecho daño a los demás. Es común encontrarnos diciendo “no quise decir/hacer eso”.

Si en el momento en que surge esta emoción yo puedo darme un espacio de calma, un tiempo fuera, y practicar una actitud positiva como la paciencia, podré manejar mi respuesta ante esto que me generó enojo y puedo decidir transformar mi emoción. Éste es el antídoto a mi emoción dañina. La paciencia nace de la comprensión de que los demás tienen pensamientos y emociones distintos a los míos pero igual de válidos, y debido a ello, yo no tengo por qué molestarme porque no perciben igual que yo. Entonces, mi enojo pronto se convertirá en comprensión y puedo responder de una forma en que yo permanezca tranquila o/e incluso ayude a la otra persona a entenderme y lleguemos a una solución juntos. Imagina qué maravilloso sería vivir así. Imagínalo en casa, en el trabajo, en la calle… Las emociones surgen pero yo tengo el poder de transformarlas en algo positivo para mí y para los demás. Lo único que debo hacer es practicar los antídotos a estas emociones dañinas. Tú tienes el poder de transformar tus emociones, pues todo cambia y tú también puedes hacerlo.