Al llegar, juntos como grupo, llevamos a cabo una meditación de atención plena; tomamos unos minutos para concentrarnos en el ritmo de nuestra respiración, y de esta forma cultivamos el silencio y la quietud interior, practicamos el poder estar presentes advirtiendo lo que sucede a nuestro alrededor sin reaccionar a ello, sin desconcentrarnos. Al practicar la meditación cotidianamente vamos generando amplitud en nuestra mente, creamos un espacio en el que podemos ser libres de elegir nuestras respuestas ante los hechos de nuestra vida, nos damos tiempo para observar cómo nos sentimos, cuáles son nuestros deseos y pensamientos, y cómo queremos actuar.

La meditación también nos ayuda a disminuir los juicios que constantemente hacemos de las cosas, las situaciones y las personas que nos rodean; nos permite tener una relación más clara con nuestro entorno. Poco a poco vamos siendo más conscientes de nuestra propia conciencia.
Así como en Montessori es vital recibir a los alumnos en un ambiente preparado, en la cotidianeidad es vital recibir la vida con mente y corazón preparados, la meditación es eso: nos prepara para recibir lo que nos llega día a día.

Al concluir la meditación, con mente y corazón listos, los niños de Colomba generan una intención del día con la que quieren trabajar como grupo. Están conscientes de que para conseguir un ambiente de trabajo en el que todos se sientan contentos y seguros es necesario que todos pongan su granito de arena, al decidir de forma colectiva qué virtud o cualidad quieren trabajar ese día, todos están atentos en llevarla a cabo y observarla en los demás. Las intenciones fomentan el respeto y el amor a su ambiente, a sus compañeros, a sus guías y a su trabajo.

Nuestra intención es que los niños logren generar un hábito positivo que puedan llevar a todos los ámbitos de su vida, y que en medio de la velocidad y las demandas de la vida puedan siempre encontrar un espacio de quietud para conectar con sus corazones y ser la persona que ellos elijan ser.